El marco regulatorio parece que va a seguir reforzándose, como ha venido ocurriendo en los últimos tiempos, y la economía se encuentra en un momento de crecimiento, sujeta a un proceso de reconversión por causa de las nuevas tecnologías.
Pero, sin duda, el reto diario debe ser la formación continuada, el conocimiento de los mercados y los clientes, para estar a la altura y poder ofrecerles lo que demandan. Con todos estos ingredientes sobre la mesa, a la hora de trazar la mejor estrategia para un cliente, lo importante es conocer los objetivos y necesidades financieras para proporcionarle una adecuada estrategia de inversión, siendo conscientes de cuáles son sus objetivos generales en el largo plazo.
En este escenario, creo que a los clientes también les debemos poner también unos deberes, aunque son muy sencillos. Ni más ni menos que se aseguren de que los profesionales a los que encomiendan el control de sus finanzas estén correctamente cualificados para realizar aquellas recomendaciones de inversión que mejor se adapten a su perfil de riesgo, intereses y necesidades vitales.
El producto financiero perfecto no existe y una alta rentabilidad no está asegurada al 100% en ninguno de los casos, siempre irá aparejada al riesgo que estemos dispuestos a asumir. Si algún asesor le dice lo contrario, no dude en huir en busca de otro profesional que no les prometa duros a cuatro pesetas. No obstante, lo mejor de todo es que el abanico de productos y alternativas de inversión es tan amplio que solo necesitamos un poco de tiempo y apoyarnos en un profesional adecuado que haga bien su trabajo. Nos jugamos nuestros ahorros.
Ángel de Molina
Asociado a EFPA España